En plena Edad Media los habitantes de Olite tejieron un sistema autónomo de gobernanza municipal, diferente del feudal, en el que los vecinos, y también las vecinas, gozaron de cierta libertad individual, algún grado de igualdad y derecho a la propiedad que quedaron reflejados en 1264 en un registro de bienes pionero en contabilidad fiscal.
El Registro Catastral y de Bienes Muebles de Olite da nombre a una de las fichas que firma el joven medievalista Javier Ilundain Chamorro en el libro “Legajos en la mochila” de textos de historia navarra recomendados para profesores de Enseñanza Secundaria (Ed. Sílex).
Ilundain explica el alcance de un documento notarial dirigido al concejo (Ayuntamiento) que todavía se guarda en el archivo municipal y que identifica por barrios los recursos económicos de los censados, sus bienes, casas, tierras, corrales, ganado u otras propiedades.
Fueron el desaparecido Ricardo Ciérbide y Ángel Sesma los que en 1980 pusieron la primera atención en estos apuntes fiscales en su libro “Olite en el siglo XIII”, un terreno en el que aportó novedades en 2017 el mismo Ilundain en su interesante “Los buenos hombres de Olite” coeditando por el Ayuntamiento y el Gobierno navarro.
Entre los siglos XI y XIII, los reyes de Navarra favorecieron la llegada de población franca (libre) y para su asentamiento reconocieron derechos en, por ejemplo, la elección de representantes (jurados, bailes, guardas) que se encargaban de administrar sus propios recursos, recaudar impuestos y asegurar el orden en la villa. (Olite no fue ciudad hasta 1630).
Las autoridades locales elaboraron libros, ordenanzas y catastros para conocer al detalle los bienes de cada vecino. “La principal novedad que refleja este documento es la existencia de instituciones autónomas en el gobierno municipal, inéditas hasta el momento y que suponen una ruptura de los esquemas socio-políticos medievales”.
El modelo feudal de un grupo fuerte de privilegiados que somete a una masa de población servil entra en crisis en este caso, en el que el registro estudiado incluso reconoce en el vecindario censado, en cierto modo, “la plena propiedad y la libertad personal”, según explica la ficha.
En el texto seleccionado aparecen tanto nombres masculinos como femeninos, lo que da idea de alguna igualdad en cuestión de sexos y que, al menos, había mujeres con cierto grado de propiedad reconocida, incluso por encima de muchos hombres. Por ejemplo, “Doña Elvira” era una de las fortunas importantes que junto a Garcia Semeriz (Semea = hijo en euskera) pagaba 21 libras en impuestos por un inmueble de 200 sueldos, una viña en término de Ilagares y otra finca de secano en el de “Mendiendoa”