lunes, 26 de julio de 2021

LAS OTRAS CARAS DEL PRÍNCIPE ESTÁN EN LA PLAZA DE OLITE

Éticas de Aristóteles, British Museum
El rostro del Príncipe de Viana triste es el que generalmente ha trasmitido al imaginario el cuadro de Moreno Carbonero que está en el Museo del Prado (1881) y que tiene una copia en el Palacio de Navarra, pero hay quien opina que no fue así, que el protagonista era un hombre de carácter que utilizó todas las armas para enfrentarse a un padre que le arrebató la corona, y cuya imagen incluso más auténtica se puede ver en la exposición que recoge otras caras, menos conocidas, en la muestra al aire libre que en la Plaza de Olite/Erriberri conmemora este verano el 600 aniversario de su nacimiento.

Carlos en Olite con Sebastian Ilsung 
            Nada que ver, mucho más acorde con la época que vivió Carlos, son los retratos que se conservan en Sttutgart o Londres y que están plasmados en las estructuras en cubo con imágenes de gran tamaño que ha colocado el Ayuntamiento frente al Palacio donde vivió los mejores años de su vida el príncipe, una muestra de la iconografía del personaje que se ha encargado de investigar y recuperar el historiador pamplonés Mikel Zuza en el libro “Príncipe de Viana: el hombre que pudo reinar” y que ha cedido para el aniversario la editorial Pamiela.

Cuadro de Moreno Carbonero en el Prado (1881) 
            En la exposición, que se inauguró el día del nacimiento con la asistencia del presidente del Parlamento, Unai Hualde; el director general de Cultura, Ignacio Apezteguía, y la Alcaldesa, Maite Garbayo, se ve por ejemplo al hijo de Blanca de Navarra en 1455 con un gran sombrero y pose elegante, solo seis años antes de morir supuestamente envenenado en Barcelona. Es una muy posible representación del Príncipe guardada en una biblioteca alemana que acompaña la heráldica del noble, los cuarteles preferentes de Navarra-Evreux, a la izquierda, y Aragón y Sicilia, en el lado derecho. Del mismo aire son los dibujos de Vallet de Viriville y Antonio Mª Fabié que los turistas que pasan al castillo ven y fotografían en las planchas.

Presidente del Parlamento y director de Cultura
            A Zuza, como al Príncipe, le pierden los libros y por eso la portada de su trabajo luce gigante en la Plaza. Es otra imagen poco conocida con los eventuales retratos de Carlos y su esposa Agnes de Cleves, entre flores y fauna,  en el frontal de la traducción de las Éticas de Aristóteles que perteneció al nieto de Carlos III y se encuentra hoy en el British Museum. Una de las rosas localizada sobre la cabeza de él es muy parecida a la que se descubrió recientemente en los restos de la escasa decoración que persiste dentro del castillo.

Organizadores en la inauguración
            La exposición es muy didáctica y merece la pena pararse en otras dos escenas que ahora están en otro manual navarro que guarda en Londres la British Library pero que, curiosamente, acontecieron en el mismísimo palacio olitense en 1446. Se trata de sendos dibujos, poco generalizados, del recibimiento que Carlos y Agnes dieron al viajero alemán Sebastian Ilsung y que dejó plasmando en una especie de cuaderno aventurero en el que describió el castillo como uno de los más suntuosos de Europa. En el cuadro, además de un rubio príncipe coronado, se aprecian caballeros y damas como si estuviera retratados hace 600 años. Ellas con vistosos tocados en forma de cuerno, ellos en ajustados calzones y puntiagudo calzado.

Posible retrato en Sttutgart
            El exposición del 600 aniversario del nacimiento del primer Príncipe de Viana tiene otros dibujos más conocidos, como el del rey de Navarra del Gran Armorial Ecuestre del Toisón de Oro o la miniatura de la Cartas a los Reyes de Aragón, Castilla y Portugal de Fernando Bolea de Galloz (1480). Los visitantes también se detienen mucho en el panel que reproduce el árbol genealógico de la familia real y su parentesco con la nobleza. En otros cuadros se ve la heráldica de la época extraída de diferentes documentos y de las claves de la catedral de Pamplona/Iruña o las monedas conocidas como “leales”  que Carlos batió para cuestionar la propiedad del reino a su padre Juan II de Aragón, al que con combatió con las armas y hasta el teatro, como descubrió Mikel Zuza. Un Príncipe nada timorato, por tanto, y con más caras de las que pensamos.