Servir detrás de un mostrador tiene la gracia del roce. Del codearse con el vecino,
con el olitense que a diario envejece en paralelo y con el cliente que, al
cabo, regala al mercader más de lo que lleva. Del primer buenos días al
chascarrillo hay un milímetro de excusa y en Olite son algunos los que aún,
afortunadamente, disparan ráfagas frescas de
refranes, frases, dichos, localismos, inventados o transmitidos de
generación en generación, que hacen más pasajero el tránsito de la rutina
diaria. Siguen aquí, amigo lector, algunas ocurrencias apuntadas a vuela pluma
en la libreta de este tendero. Unas esconden sabiduría ancestral. Otras
llegaron de fuera para quedarse y las más son fruto de la agudeza popular, que espolea
al final una sonrisa.
Una
de las primeras anotaciones que metí en este cajón de sastre fue la que me brindó
Jesús, ya fallecido, cuando soltó un día aquello de que Olite era el pueblo más
grande del mundo, “porque muga con Corea
y Venecia, pasando por el Chino”, en relación a los barrios de
extramuros que hay en el pueblo ... (Ver más)