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Foto del fallecido en el programa de fiestas de 2013 |
Los restos del gran emprendedor Benito Prieto Toni, fallecido
a los 84 años, reposan para siempre en el cementerio de su querido Olite,
después de que el viernes la iglesia de Santa María acogiera un emotivo funeral
en recuerdo de este infatigable empresario que llegó a tener negocios en el Magreb,
Norteamérica o centro Europa.
Prieto,
desde que salió de Olite para estudiar Comercio, estuvo media vida de aquí para
allá y en el momento de la muerte le pasó lo mismo, ya que el declive de su salud
comenzó en EE.UU; le hizo regresar a Madrid, donde vivía; pasó luego por la Alemania
en la que reside su esposa y, finalmente, recaló su cuerpo inerte en Olite
donde le arroparon los suyos con sus inseparables hermanas Joaquina y Tere al
frente.
Cada
verano, si podía, Prieto regresaba al Olite donde comenzó el negocio de
transportes de su padre, que reciclaba camiones militares y compraba y vendía
cuanto en la posguerra se ponía por delante. Benito era un gran conversador. En
la Placeta, junto a otros tertulianos de verano, le gustaba repasar los, al
menos, tres periódicos que leía a diario (Abc, Expansión, Diario de Navarra o
El País). Recordaba con añoranza los años mozos que pasó en el desierto de
Sahara en la prospección de petróleo y hablaba con gusto de sus hijos, que
heredaron una savia emprendedora que llevaron a EE.UU.
Pero a
Benito Prieto, hombre de mundo, lo que nunca le saciaba era saber más y más de
su pueblo. Cada vez que retornaba a Olite se acercaba a la librería para saber
si había alguna publicación nueva sobre la ciudad o, en su defecto, de Navarra.
También preguntaba por sus amigos de infancia (“¿Qué tal está Domingo?. Cada vez conozco a menos gente en este pueblo.”).
Así era Prieto. Un hombre inquieto, sin fronteras, con un pie aquí y otro
allí pero que, al final del camino, eligió la sobra de un ciprés del camposanto
de Olite para dormir la eternidad. Descanse en paz.