El 8 de julio de 2019, se cumple un año, las peores
condiciones confluyeron en forma de tormenta, embalsamiento y tsunami que
barrió el Zidacos de la Valdorba a Traibuenas. La histórica riada provocó daños
por 25 millones de euros, aproximadamente
el 10 % en Olite/Erriberri donde 423 personas tuvieron que ser indemnizadas, 210
casas resultaron deterioradas, 110 vehículos perjudicados, así como puentes,
calles, caminos y mucha infraestructura municipal.
Los datos
fríos, que quizá hubieran sido mejor ponderados si la desgracia no hubiera
coincidido en Sanfermines, dan cuenta de una circunstancia excepcional en la que
los ayuntamientos recién constituidos tuvieron que bregar en jornadas que
encadenaron días y noches, meses que absorbieron los recursos y relegaron los
mejores planes.
En general,
los particulares quedaron satisfechos por las indemnizaciones en los domicilios
(el consorcio de seguros pagó una media de 10.300 euros en la comarca) y menos
por los vehículos (un promedio de 4.000 euros al ser tasados por factores como
la matriculación). Los gastos de desescombro y retirada de residuos fueron
cuantiosos y en ellos trabajaron Mairaga y la brigada municipal.
Cubiertas las primeras urgencias, el
Ayuntamiento de Olite/Erriberri supo que quedaban fuera de las ayudas calles como
la de Ujué y el Molinacho o el puente de las Fuenticas. En marzo, antes de que
se desatara el covid, la Alcaldesa entregó al Gobierno de Navarra una memoria
que valoraba en 150.000 euros los gastos pendientes de reparación. Después cayó
como una losa la pandemia, que ha retrasado el trámite tres meses ante la
impaciencia de todos.
Además, un
año después de la riada, el Estado y el Gobierno navarro tampoco han retomado
con la fuerza esperada la materialización definitiva de unas ayudas necesarias
en unas localidades golpeadas, dos veces seguidas, con la fuerza de un diluvio
y una peste moderna. Ya es hora de atender las justas demandas. Cualquier
movimiento político que desvié la atención de este objetivo principal no sería
entendible en estos tiempos recios, sobre todo en el ámbito local. Quien no
empuja para cubrir la necesidad mayor y juega a desenfocar la atención pagará un caro precio en la calle.