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Mapa de las ermitas olitenses |
El extenso término municipal de Olite estuvo plagado de una
decena de ermitas, que aparecen en el plano adjunto, de las que solo
se mantiene en pie la conocida de Santa Brígida. El mes de febrero era,
precisamente, uno de los más activos en peregrinaciones a estos pequeños
templos dedicados, por ejemplo, a Santa Águeda o San Blas.
En la
carretera que va de Olite a Peralta, a unos cuatro kilómetros y en dirección al
Monte Encinar, estaba la ermita de Santa Águeda, tan popular por los coros que
se cantan todos los 4 de febrero en víspera de su celebración. El templo hoy
desaparecido, escribe Alejandro Díez en “Olite, historia de un reino”, se
levantaba junto al lugar conocido como “la cadena”. “Tenía hermosos sillares” y
sus piedras se reutilizaron en el s. XIX para construir un caserío que mantenía
en la puerta dos capiteles originales y que fueron retirados en el s. XX, según
denunció Díaz en su libro.
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Santa Brígida desde el aire |
La ermita
de San Blas, que también se celebra el 3 de febrero, estaba mucho más cerca del
núcleo del municipio y en la margen izquierda del Zidacos. Edificada encima de
un poblado romano, los vecinos acudían en rogativa en fechas determinadas.
La más
conocida de todas y única que se han mantenido, Santa Brígida, celebraba cada 1
de febrero la festividad de abadesa copatrona de Irlanda junto a San Patricio.
Sustentada desde la Edad Media por el Ayuntamiento, ese día el Alcalde y varios
concejales acudían a la misa que oficiaba un cura de la iglesia de San Pedro y
que incluía un banquete para 13 pobres, a los que obsequiaban con pan, vino,
carne o pescado.
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Monte Encinar y, al fondo, la Sierra de Ujué |
San Miguel
del Monte, ubicada en la venta que lleva su nombre en la carretera de Peralta,
databa al menos del s. XIII y su cuidado, como Santa Brígida, corría a cargo
del Ayuntamiento. Tenía un ermitaño, que en 1695 era Jerónimo Armendáriz. Fue
derribada en 1713 para evitar que se refugiaran voluntarios carlistas.
San Lázaro,
quizá el templo más antiguo, estaba a medio kilómetro en dirección a Beire. Una
calle recuerda hoy la zona. Posiblemente fue un templo donde los sospechosos de
portar la peste pasaban aislados la cuarentena y albergaba el venerado Cristo
de la Buena Muerte, ahora en la iglesia de Santa María.
San Cebrián
aparece en los libros antiguos enclavada detrás de la iglesia de San Pedro, posiblemente
donde trascurre la vía del tren en el actual barrio de la Feria y de ella no
queda resto. San José, más moderna, tenía un pozo de agua muy popular. San
Miguel, a la entrada desde Tafalla y donde en la Edad Media se ubicaba un antiguo
barrio, mantuvo hasta el siglo pasado un “banquico” de piedra donde tomaban el
sol los vecinos mayores.