Como la canción del turrón El Almendro que
siempre vuelve por Navidad, así los controles de alcoholemia regresan a Olite
la tarde-noche después de la multitudinaria romería de santa Brígida. Hasta
casi la medianoche de este domingo hubo puntos de control policial para
detectar si los conductores se habían sobrepasado. Las inmediaciones del
Cementerio, en la única carretera que
une la ermita con el pueblo, fue el lugar habitual, pero también hubo
inspecciones en caminos por los que los “alegres” olitense intentaban sortear
el alcoholímetro después de bajar del monte Encinar tras alargar la romería.
En algún momento, pasadas las 23 horas del sábado, los agentes retenían
hasta cuatro vehículos en el arcén e “invitaban” a los conductores a “soplar”,
mientras alguno ya se palpaba la cartera de la que, con nocturnidad, saldrá el
pago de una multa cuyo fin se anuncia preventivo, pero huele a necesidad de
“hacer caja”. Solo queda rezar para que santa Brígida nos proteja el próximo año.