domingo, 6 de enero de 2019

CATALINA I, LA REINA QUE TAMBIÉN DEFENDIÓ OLITE

Al hilo del cambio de nombre de la Avenida del Ejército de Pamplona por el de Catalina I, última reina de la Navarra independiente, y para descalificar la decisión del Alcalde Joseba Asiron, se ha vuelto repetir la cantinela de que la monarca y su esposo, el rey Juan III, fueron unos afrancesados que tenían desatendido el reino, un viejo infundio que ya puso hace 14 años en solfa el historiador pamplonés Álvaro Adot Lerga en su libro “Juan de Albret y Catalina de Foix o la defensa del Estado Navarro (1483-1517), de editorial Pamiela, en el que demostraba como prueba de arraigo que la mayoría de los doce hijos que tuvieron hasta 1512, nueve en concreto, nacieron en Navarra (Magdalena, por ejemplo, en Olite el 29 de marzo de 1494).
Retrato de Catalina de Foix
            Precisamente en el archivo municipal de la ciudad del castillo hay un códice que también habla de milicias y regimientos, como la avenida pamplonesa, y que en el lomo lleva el título “Daños que hizo el conde de Lerín en Olite con el ejército de Castilla” y que, además, avala el interés que tanto Catalina como su marido tuvieron en la defensa de reino frente a quienes intentaron, y consiguieron, su ruina. Se trata del documento conocido como “Inventario de Bienes de Olite (1496)”, descubierto hace 40 años por el recientemente desaparecido medievalista tafallés Ricardo Cierbide Martinena.
            En esta alhaja en pergamino la titular del reino no ceja en reclamar al rey de Castilla y Aragón, Fernando el Católico o el Falsario, para que resarza a los de Olite de los daños hechos por su soldadesca aliada que saqueó la población durante meses y arruinó la mayoría de haciendas, quemó casas, secuestró vecinos, sustrajo rebaños enteros, robó cereales o vino y rapiñó desde joyas a libros. Todo ello quedó apuntado, inventariado, tras escuchar a los testigos que pasaron  aprestar declaración con nombre y apellido. Unas pérdidas cuantiosas que Catalina I y Juan III intentaron cobrar para los olitenses y que nunca se pagaron.
            Meses antes del asalto, cuando Catalina fue proclamada heredera al trono de Navarra, Castilla alertó a su ejército y el consejo de Olite, ante el peligro, trató con los de Tafalla la defensa de la comarca y les prestó dos cañones o culebrinas. Fue en vano, porque a fin de humillar a la plaza fiel a los monarcas navarros, gentes castellanas del obispado de Calahorra apoyaron al conde Luis de Beaumont para lanzar el saqueo.
            Del inventario hecho de las 222 casas asaltadas se deduce que no quedó prácticamente hogar de Olite sin quebranto. El montante de todo lo robado o destruido ascendió a 23.861 florines, que la reina Catalina tuvo siempre muchas dudas en cobrar porque, escribió Cierbide, “el daño ascendía a una suma que excedía el valor de los bienes del Conde, y porque Fernando el Católico no correría con ello ...”.
            El documento de daños que guarda el archivo es preciosísimo por su detalle y la información de todo tipo que descubre. Por ejemplo, a Pere Esteban le sacaron de casa “un buey y dos asnos y los echaron por la puerta de la villa, a fuera, y no le dejaron salir por ellos y se los comieron los lobos.  Valen ....”. Y así, muchos y muchos olitenses, a los que Catalina I amparó frente al ejército que mancilló y arruinó la población.

LAS PUERTAS DE OLITE SE ABRIERON A LOS REYES MAGOS

Melchor en su carroza
Melchor, Gaspar y Baltasar también estuvieron el sábado por la noche en Olite/Erriberri donde fueron recibidos en el Ayuntamiento por el alcalde y el resto de la corporación. La Plaza se llenó de familias que vieron como Andoni Lacarra entregó las llaves mágicas de la ciudad que permitieron abrir todos los portales en una de las noches más especiales del año.
Aspecto de la Plaza
            Después se formaron colas para posar junto a los Magos debajo de los porches de la Casa Consistorial, junto a un Melchor que guardaba cierto parecido con el vecino Eduardo Cea y un Gaspar que tenía visos del olitense Fernando Echeverría. A continuación los reyes visitaron la residencia de ancianos y más de 20 domicilios y alguna sociedad gastronómica, donde repartieron regalos y mucha ilusión.
            La jornada comenzó por la mañana con la visita de los pajes a la Novenica y la recogida de cartas en el Parador. Los auroros y la rondalla recorrieron por la tarde los belenes y animaron la Plaza. La asociación las Fuenticas repartió pastas y vino hasta que llegaron las carrozas, que fueron precedidas de la banda txiki de la Escuela de Música, el grupo de tambores y los txistularis.