Espectáculo de cierre en la Plaza de Olite |
En esta
edición los espectáculos de fin de semana, que a priori son el núcleo del
festival, quedaron mermados por alguna suspensión o el traslado de la función a
Tafalla a causa de la climatología. El teatro más amateur, el que en días
laborables han ofrecido compañías cercanas, ha mantenido un pulso muy
importante. Ha llenado casi siempre las 400 sillas del aforo y es el que, a la
postre, sale más beneficiado.
Prácticamente todos los días el Festival
ha agotado las entradas, lo que da una idea de que no apura su potencial y de
la necesidad de que se estudien más escenarios, se amplíe La Cava como en los
mejores tiempos y que, de una vez, el programa se abra a otras especialidades y
no se constriña a un teatro de verso, capa y espada. Muchos sueñan con que vuelvan aquellas
raíces que le hicieron diverso y puntero, cuando venía a Olite el mejor ballet
de Cuba, la orquesta de Bratislava, Alaska y los Pegamoides, la poesía de
Alberti o el teatro inglés de vanguardia.