Cualquier
observador se da cuenta de que, efectivamente, estos días por la localidad se
ven bastantes turistas, muchos con mascarilla, que pasean en la “nueva
normalidad” por las calles y llenan terrazas y bares. “Se nota más gente joven
que otros años, viajeros que no han querido salir fuera y se han decantado por
el turismo interior, de pueblos pequeños y entornos abiertos, que favorece a Olite/Erriberri”,
explica este emprendedor que lleva en el sector más de dos décadas.
El acceso
pautado al Palacio Real, con entrada previa por internet y aforo reglado,
también favorece que los visitantes que tienen que esperar para pasar la puerta
a una hora determinada den más vueltas por el casco antiguo, lo que revierte en
los pequeños negocios que giran en ventas alrededor del monumento.
Casi todo
el mundo reconoce que la afluencia es un arma de doble filo, que valdrá solo si
se garantiza un turismo seguro, con todas las precauciones recomendadas para el control de la pandemia, por lo que la mayoría de los emprendedores ven bien la
extensión del uso de las mascarillas. “Es una balanza que tenemos que equilibra
con inteligencia. Necesitamos visitantes para que nuestra economía se active,
pero para ello hace falta tomar todas las cautelas”, señala otro profesional
moderadamente optimista.