sábado, 2 de noviembre de 2019

DE LA TRINCHERA ANDALUZA AL ARMARIO DEL JUEZ LUIS ELÍO

Fotograma de "La trinchera infinita"
La triste historia de muerte en vida que cuenta la recién estrenada película “La trinchera infinita”, bien interpretada por Antonio de la Torre y Belén Cuesta, le ocurrió prácticamente a la mitad de la población que le tocó padecer aquellos terribles años del franquismo, en menor o mayor grado de castración y de temor a los muchos y siempre dispuestos delatores que nutrían nuestros pueblos. La historia del “topo” andaluz filmada por tres directores vascos también trae al hilo, por ejemplo, la más cercana del juez de Pamplona Luis Elío Torres, que tras el golpe de estado del 36 permaneció muerto de miedo tres años en un habitáculo que tenía las dimensiones de un armario.
            Elío, al que el alcalde Joseba Asirón dedicó en enero de 2018 una merecida plaza frente a la Audiencia de Iruña, salvó su pellejo republicano de milagro, gracias a un comisario del bando contrario que no le denunció. Muchísimos corrieron entonces la suerte contraria. El juez estuvo encerrado, como el jornalero de la película, en un agujero que no llegaba a los tres metros cuadrados desde el que, cuentan, podía oír cómo a 200 metros ejecutaban en la Vuelta del Castillo a los antifascista navarros.
             El magistrado consiguió, al fin, huir a Francia. Acabó en el campo de concentración de Gurs y luego llegó a México. Se tuvo que ganar la vida de dependiente en un comercio y murió exiliado en 1968. Contó su historia en “Soledad de Ausencia.”, que la editorial Pamiela difundió, una historia que ahora recuerdan las películas pero, más de 83 años después, no se estudia bien en los institutos mientras emerge el mensaje de la ultraderecha precisamente en capas de jóvenes que ignoran.