La corrupción de los cargos públicos no es solo una
enfermedad de nuestro tiempo, pese al continúo goteo de noticias que
últimamente hastían al ciudadano medio. En todas las épocas se ha metido la
mano al cajón y en Olite, en el siglo XIV, con bastante fruición. Cuentan los
antiguos legajos que entre 1340 y 1345 hubo por estos lugares un procurador del
rey ladrón y sanguinario, un “chorizo” le llamaríamos ahora, al que con coraje inusitado
denunciaron unos olitenses maltratados.
Se llamó Jacques de Licras, dejó
nefasto recuerdo, aunque eso sí, al menos en la Edad Media, el mangante no se
fue de rositas porque acabó preso, torturado y ahorcado por abusar para
enriquecerse con maldad en el ejercicio del poder que le había delegado el
reino... (Ver más)