A mediados del siglo pasado no había lavadoras en Olite/Erriberri,
ni en casi ningún sitio. Las mujeres caminaban
aproximadamente un kilómetro hasta el río Cidacos para hacer la
“colada”. Hiciera frío o calor, lavaban a mano enormes cantidades de ropa que,
sobre la cabeza, transportaban en grandes recipientes de zinc. En la foto
aparece alguna de aquellas titanas en el lavadero antiguo, junto a la Presa.
Era una labor dura, tan poco
reconocida como la que, guardando las distancias, afecta hoy a muchas
trabajadoras que ven cómo sus salarios son menores que los de sus compañeros
hombres, que padecen peores horarios porque, además, tienen que llevan el
grueso de las labores de casa o que nunca cobrarán un pensión derivada de su
trabajo doméstico. Las desigualdades de género, por desgracia, pesan aún como
los enormes barreños de aquellas mujeres de hace 70 años.