Cortesana, prostituta, dama de vida alegre o mundana son algunos apelativos con los que a lo largo de los tiempos, en la Edad Media en Olite también, se llamó a las mujeres que solían cambiar cariño por dinero. El negocio se llegó a ejercer en 1544 en una de las torres de la muralla que pertenecía al municipio.
Hay un libro realmente curioso del artajonés Fernando Maiora, “La jodienda, sin enmienda”, que entre las mil anécdotas que ha recabado en antiguos legajos cuenta la de la casa de citas por boca del testigo y vecino Martín Vernegal.
En la
declaración que hace ante el juez, que guarda el Archivo General de Navarra,
este hombre de unos 60 años precisa que la torre-burdel primero había servido
de caballeriza de García Lorenz, también olitense, y que después fue cuando “vivieron
unas mujeres mundanas...”, un oficio tan antiguo como el planeta, sórdido y que
marcaba a las ejercientes y, como ahora, solía con hipocresía absolver a los
puteros.