Durante al menos siete siglos la explanada de acceso a la iglesia de San Pedro (s.XII) fue un gran cementerio, de ahí el nombre del Fosal con el que se ha trasmitido. La reciente obra de reordenación de la plaza obligó a un trabajo arqueológico que descubrió más de 200 tumbas y una veintena de estelas funerarias, algunas bien conservadas y curiosas.
Las estelas discoidales son monumentos a veces asociados a ritos ancestrales. También a representaciones del disco solar o lunar, por ejemplo. Otros expertos ven en ellas la idealización del cuerpo enterrado a su pie y hay quien interpreta que cumplen una simple señalización o recuerdo del difunto.
Sea como fuere, varias estelas halladas en las excavaciones hechas hasta diciembre de 2023 frente a la iglesia olitense muestran originalidad propia y buena talla. Comunican un simbolismo y una expresión artística muy digna, bien merecedora de que las aprecie el vecindario.
El símbolo astral del sol, los círculos concéntricos dentados y rayos que parten del núcleo decoran uno de los ejemplares más bellos desenterrados en la plaza. El culto al astro rey está en el principio de muchas religiones. A partir de la Edad Media se multiplicó su uso y los soles, estrellas y rayos convivieron con una representación más cristianizada.
Otra estela del Fosal, más común y de una precisa talla, incorpora la flor de los seis pétalos, conocida como hexapétala, muy utilizada desde los tiempos más antiguos, desde la Edad de Bronce incluso hasta ahora, por variadas civilizaciones. Los especialistas la asocian con la astrología y los ritos funerarios y, también, con elementos decorativos de la artesanía popular.
Durante la Edad Media y siglos posteriores fue común que una de las caras de la estela pudiera llevar esculpido un útil o herramientas de trabajo del finado, como arados, tijeras, martillos o armas. Entre las descubiertas en San Pedro también hay una con una especie de hoz, que explicaría el oficio campesino del difunto.
Otras estelas, como no podía ser menos, tienen talladas distintas cruces, con pétalos, con remates ovalados o cuadrados. Estos hitos han llegado hasta nuestros tiempos con ese sentido de soporte de enterramiento cristiano y ofrecen una gran variedad de formas y mezclas de bellas decoraciones.
La obra de reordenación de la Plaza del Fosal y la mejora de su accesibilidad conllevó un rebaje del terreno que en alguna zona rozó el medio metro de profundidad. En total los arqueólogos de la empresa Trama contratados por el Ayuntamiento de Olite/Erriberri se toparon con 219 sepulturas. Documentaron 23 estelas, nueve in situ, y un carnario.
Generalmente los enterramientos siguieron el patrón cristiano, colocado el cuerpo boca arriba con orientación este-oeste. Posiblemente los fallecidos fueron inhumados en un ataúd de madera y envueltos en un sudario sujeto con alfileres de bronce. En la parte más antigua del cementerio aparecieron fosas con cabecera de laja y, más abajo, cisas en algún caso antropomorfas esculpidas en un bloque de piedra.
El Fosal fue recreciendo su espacio para prolongar el uso cientos de años. Los parroquianos echaron sucesivamente tierra para elevar la cota del suelo, por ello la plaza ganó altura en la mitad occidental y así se preservaron en buenas condiciones los enterramientos más inferiores.
A pesar de ser un camposanto urbano de uso muy prolongado y con una gran densidad de enterramientos, los arqueólogos encontraron muchas estelas medievales in situ sobre todo en la zona donde más recreció el terreno y donde se adivina un cementerio ordenado en calles y espacios intermedios.