sábado, 17 de julio de 2021

TIROS EN SAN FRANCISCO Y UNA HOGUERA EN LA PLAZA DE OLITE

Los golpistas, en el Ayuntamiento
El domingo 19 de julio de 1936, hace ahora 85 años, el golpe de estado contra la República cuajó en Olite/Erriberri después de una misa por el asesinado líder de la derecha José Calvo Sotelo (Renovación Española) tras la que unas 300 personas subieron a tiros desde la calle San Francisco hasta la Plaza, donde en una hoguera quemaron los retratos que había en el Ayuntamiento del presidente del gobierno, Manuel Azaña (Acción Republicana) y las banderas del sindicato UGT que habían arrebatado tras asaltar la sede.

            La editorial Pamiela ha editado recientemente “La represión en Navarra (1936-1939) Trabajo de campo y archivo (2ª parte)” en el que el prestigioso historiador José Mª Jimeno Jurío recoge, por ejemplo, el relato de un caminero que 42 años antes había sido testigo de la revuelta iniciada después de la misa funeral celebrada en la iglesia de los Franciscanos.
Se leyó el bando de Mola, (junto a Franco)

            Antes de acabar a la fuerza con el consistorio que había salido elegido en las elecciones municipales de abril de 1931, los golpistas, cuenta el testigo, “por la calle San Francisco y por el Portal venían de misa con las pistolas a tiros, cerca de 300 tirando tiros a lo loco”.

            Los sublevados, que secundaban el alzamiento militar iniciado un día antes en Marruecos,  llegaron a la Plaza e inmovilizaron al alguacil municipal. “Lo cogen, le quitan la chaqueta del uniforme, pantalón y una boina, y visten a un individuo que iba con ellos ...”, describe la situación el vecino. Después la turba desvalijó la sede del sindicato ugetista y “cogieron todas la banderas y todo los que había por allí” para organizar una fogata en la Plaza: “Lo quemaron todo en una hoguera, los cuadros de Azaña, en fin, todo”.
Arenga en la Pamplona sublevada

            Sobre las diez de la mañana cercaron las entradas y salidas al municipio. El vecino cuenta que “acorralaron todo el pueblo. En este portal pusieron unos 20, otros 20 en otro lado, para que nadie saliera del pueblo ...” y todos los jornaleros que regresaran de las labores de trilla en el campo se fueran entregando.

            “El bando de Mola lo leyeron cuando venían con las pistolas tirando tiros... Fueron todos con el alcalde que nombraron ellos. Uno lo llevaba como a los toreros al hombro, el alguacil...” describe la declaración que el fallecido investigador de Artajona guardó en unos cuadernos que han salido ampliamente a la luz ahora.