La imagen
recoge un tajo en plena faena. Las mujeres, en primer termino, hábiles
cortadoras con el “hocete”. Los hombres normalmente sacaban la uva hasta el
carro y recorrían los cestos a la vez que llevaban la “rincle”.
Las cepas,
en vaso. No hay ni rastro de alambres ni emparrados. Mucho menos de las
cosechadoras actuales. Eran jornadas de sol a sol y muchas familias humilides
trabajaban a “torna peón”, un día iban
para unos y al otro les devolvían el favor.
Todas manos
eran pocas en la vendimia y hasta los pequeños agachaban el riñón para terminar
a tiempo la parcela comunal que cedía el Ayuntamiento de por vida y que suponía
una parte importante de los ingresos económicos del hogar. Históricamente la viña
ha dado de comer a los olitenses y ha aliviado muchos bolsillos.
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