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Turistas en el Palacio de Olite/Erriberri |
El Gobierno de Navarra ha presentado la oferta turística que
va a llevar a la feria internacional Fitur que el próximo fin de semana se
desarrolla en Madrid y en lo que toca a Olite/Erriberri se ciñe a la proyección
de un video de monumentos y el anuncio de que el ayuntamiento también acudirá
con una representación, como hace desde hace años.
El vicepresidente de Desarrollo Económico, Manu Ayerdi, ha anunciado que en esta edición va a poner el
acento en el Camino de Santiago, una idea nada nueva, del siglo pasado, que
recuerda a aquellas campañas de la prehistoria del sector (“Navarra, la primera
del camino”). Intenta, dice, captar visitantes internacionales y sueña que el
enlace del avión de Frankfurt, delicia de la WV, traiga hasta Roncesvalles
miles de peregrinos, como los coreanos que ha popularizado por sus rescates la
senda que apunta a Finisterre.
El turismo navarro crece, pero no mucho. Tampoco es para
tirar cohetes. Siempre tuvo resultados discretos en el conjunto del Estado. El
grueso de los visitantes del Palacio de Olite, y Navarra en general, sigue
siendo el turista de la Comunidad Autónoma Vasca, que el año pasado creció un
12,5% según el propio departamento, seguido de madrileños y catalanes, amén de
los propios navarros.
Todos suman un tercio de los
visitantes, frente a los extranjeros que rondan el 25% y en 2017 repuntaron un
3%. El nicho de turistas foráneos está ahí, pero el grueso persiste en el
visitante cercano al que hay que seducir con un lenguaje de sentimientos, dirigido al corazón, en la línea de campañas como las últimas de Andalucía o
Catalunya que venden satisfacciones, tranquilidad o amor por la historia. Ese puede ser un camino
nuevo.
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