El investigador falleció el sábado en Vitoria |
El funeral por el filólogo Ricardo Cierbide Matinena
(Tafalla, 1936), gran divulgador desde los años 70 de la documentación medieval
de Olite, será oficiado este lunes en la Iglesia de Santa María de los Ángeles
(20 h) de Vitoria, ciudad donde desempeñó el último tramo de su carrera docente
como catedrático de universidad.
Con su chaqueta cruzada, el pañuelo un punto presumido desde el bolsillo, el
animoso Ricardo Cierbide se asomó muchas veces por Olite, ciudad a la que de
verdad amaba. Este tafallés de familia labradora, medieros de toda la vida, un
“media reja” se autollamaba, hizo sus primeros pinitos como investigador
lingüístico en el archivo municipal olitense. Descubrió que allí se guardaba un
tesoro, una documentación rica en nombres y datos, de censos y pagos de
impuestos, una información que arrancaba en el siglo XII y que en pocos lugares
de Europa existía con tal detalle, un trabajo que 40 años después han
continuado obras como la recientemente publicada por Javier Ilundáin en “Los
buenos hombres de Olite (siglos XII-XIV), innovador empeño en la línea del que
comenzó el ahora desaparecido.
No fue fácil decir en los años 70 que, por ejemplo, los habitantes de Olite en
el s XII, que entonces rondaba los 5.000 vecinos y era una de las cinco
localidades mayores de Navarra, tenían registrados aproximadamente un
tercio de nombres o apellidos vascos. Ni tampoco manifestar un claro
respeto por la lengua de Aitor en un momento político refractario, apoyado por
una oligarquía local poco abierta.
Pero a Cierbide, a pesar de los frenos, le movió la curiosidad del investigador
de raza, con los modismos euskericos del lenguaje de los primeros paisanos,
pero también del igualmente importante romance navarro y del occitano, de los
que llegó a ser un experto. La carrera del profesor, que dedicó cuatro libros a
sus hallazgos en Olite y muchos más artículos en revistas especializadas,
siguió después en Madrid, Alemania y hasta Zaire.
Se centró todavía más en la docencia en los años ochenta, cuando en
Vitoria/Gasteiz participó en la creación de lo que hoy es la Facultad de Letras
de la Universidad del País Vasco (UPV), de la que fue catedrático de Lengua
española cuado se jubiló. Una situación que no apagó su curiosidad natural, al
revés. La fascinación por el significado de los nombres le llevó a presidir la
Sociedad Vasca de Onomástica, que precisamente el año pasado le rindió un
homenaje y publicó un libro que presentó en Tafalla y en la Casa de Cultura de
Olite. Fue su última aparición oficial en la localidad, aunque algún día
después todavía se paseaba por sus rúas, por Tafalla y por Ujué, al rastreo de
amistades, en busca de buen vino o mejor yantar. Goian bego Cierbide jauna, un
“media reja” de Tafalla que presumió de apego a su tierra.
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