El cementerio de Tafalla acogió el sábado la inhumación de las cenizas de Maite Valencia Ruiz fallecida en Huesca y que había nacido en Olite/Erriberri en 1934 con una retahíla de nombres euskaldunes: “Mirentxu, Maite tar Ursua”, una posibilidad que se pudo dar en esa ventana del tiempo de la II República, que se cerró dos años después con un golpe de estado y se alargó tres generaciones en la oscuridad de la dictadura.
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Plaza de Olite/Erriberri hacia 1934 |
En el acta también aparece una nota
marginal de 1971 que denota el carácter recio de Maite, que al recalar en
Huesca por el oficio de su marido el olitense Juan Ángel Abaurre muestra deseo
de mantener la vecindad navarra que había adquirido al nacer. La esquela
que esta semana pasada publica una funeraria oscense estaba encabezada por su
hija, Miren Maite, y tras la lista habitual de familiares la cerraban sus sobrinos-nietos,
Andoni, Iñaki, Gaizka, Ireber, Naiara, Mikel y Nerea y las señoras que también la
cuidaron.
A poco de
cumplirse 50 años de la muerte del dictador Franco el 20 N y cuando prodigan adolescentes
que le añoran, saludan a lo romano o desempolvan banderas con aguiluchos, hay
que recordar que hasta mediados de los años 60 ninguna Maite o Uxua pudo
llamarse así en Olite/Erriberri, y todos podemos tener alguna cerca, algo que parece
hoy irrelevante pero que no lo fue porque la gente no era libre ni para
llamarse, vivir o morir como quería.

























