La cadena de robos no para en Olite. El último, otro más,
este miércoles por la noche en la agrupación de viviendas Erri-Berri, mientras
el propietario estaba en un bar cercano viendo el partido Atlético-Barcelona
que retransmitían por TV. La situación no es normal. En menos de dos semanas,
ha trascendido este último hurto, más dos el martes en sendos chalés en la zona
cercana a Bodegas Ochoa, y otros dos la semana anterior en la Avenida de Beire,
amén del asalto un día antes a la sucursal del Banco de Santander. Los robos a
los domicilios se producen casi a la misma hora, en entornos parecidos y
con la sospecha de que los inquilinos
han sido previamente vigilados para conocer sus ausencias.
La ofensiva de los cacos es llamativa
por la intensidad y más dado el número
de policías por habitante que hay en la zona. En cinco kilómetros a la redonda
conviven, por ejemplo, dos cuarteles de la guardia civil, uno de la policía
foral y dos cuerpos de agentes locales en Olite y Tafalla. Navarra, además,
tiene un policía (sea foral, nacional, municipal o guardia civil) por cada 149
habitantes, frente a los 144 de la CAV, los 197 de Canarias o los 219 de
Cataluña. El hecho de que la crisis económica genera precariedad, acarrea
facturas como ésta. Es una secuela que denota la fragilidad de la cohesión
social en lo más cercano y ante la práctica impasibilidad de los poderes autonómicos
y locales que desde planes de formación o bolsas de empleo elaboradas con
justicia no atajan, en lo posible, los efectos indeseables de la pequeña
delincuencia.
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