viernes, 24 de octubre de 2008

“OLITE FUE BILINGÜE DURANTE SIGLOS”


“La presencia en Olite del bilingüismo euskera/castellano es incontestable. Fue una realidad durante siglos, como en el resto de la Comarca”, según explicó el traductor y escritor euskaldun Fernando Rey Escalera en la conferencia que sobre el euskera y Olite ofreció el jueves pasado en la Casa de Cultura.
Rey intervino en una charla organizada por la concejalía de Cultura y Euskarabidea donde puso de manifiesto que tenía un especial sentimiento a la hora de hablar del tema en la localidad porque “toda mi familia es de aquí y yo me siento de Olite”.
El ponente recordó cómo de niño su padre le enseñó los letreros que anunciaban Olite-Erri Berri a la entrada del pueblo, algunos de ellos ya retirados y no repuestos. Además, trajo a cuenta los numerosos apellidos euskaldunes que hay en el vecindario o el habla que con sustrato vasco le transmitieron por sus padres, que demuestran que “el euskera estuvo vivo aquí”.
Fernando Rey recordó el estudio léxico del tafallés Ricardo Ciérbide sobre Olite en el siglo XIII, así como la pervivencia de montes y topónimos netamente eskaros. También destacó el importante documento que hace unos años descubrió el historiador Ángel Jiménez Biurrun en el que, en 1574, un mulero pregonó un bando en vascuence en mitad de la Plaza de Olite, anécdota que precisamente abre la exposición que sobre los euskalkis navarros fue inaugurada tras la conferencia .
Según Rey, “el castellano no era el único idioma que se hablaba en Olite”, aseveración que ilustró con datos recogidos por Erlantz Urtasun sobre pleitos en la ciudad de curas que querían confesar en euskera en los años 1623 y 1693.
También se adentró en estudios sobre esta realidad hechos en la comarca por el ujuetarra y miembro de Euskaltzaindia, Patxi Salaberri, y terminó con referencias al trabajo investigador de Luis Luciano Bonaparte para manifestar que “en la Merindad el euskera pervivió hasta finales del siglo XIX”.
El conferenciante precisó que “ha habido una convivencia natural del euskera y el castellano en esta tierra. Los apellidos y la historia son importantes para justificar la presencia en lugares como Olite, pero es más relevante insistir en la normalización”.
“No me gusta vivir mirando al pasado. Prefiero insistir en que es mejor saber dos idiomas que uno. Que ésta es la postura inteligente. Tenemos el euskera y el castellano. Podemos querer a los dos, como podemos rezar igual a la virgen de Ujué y a santa Brígida”, explicó gráficamente el escritor oriundo de Olite.
En sus conclusiones, Fernando Rey apostó por “quitar banderas a posturas intransigentes que hacen daño a la cultura y la convivencia. El euskera es un patrimonio de toda Navarra. Estemos orgullosos. Tenemos dos lenguas. Abracemos esta riqueza cultural. El euskera es nuestro. Ha sido una realidad presente en Olite. Es un tesoro de la humanidad a defender. Está comprobado que el monolingüismo empobrece”.
Rey terminó su conferencia con una poesía alegórica en la que Navarra era una casa con dos ventanas. “Evidentemente verá más el que tiene dos ventanas que el que tiene una. Una ventana de Olite fue el euskera, pero quedó tapiada. Con el tiempo podemos volverla a abrir. Yo quiero una casa con ventanas, una casa luminosa y bien ventilada”.

martes, 14 de octubre de 2008

CASIMIRO DE MIGUEL, ESPÍA Y CURA DE UJUÉ


Hace doscientos años, las tropas francesas habían ocupado las principales localidades navarras casi sin efectuar un disparo. La burguesía local colaboraba de buena gana con el ejército de Napoleón. Fue entonces cuando la chispa de la rebelión se encendió y fue precisamente Ujué y su cura, Casimiro Javier de Miguel e Irujo, quienes tuvieron un protagonismo relevante. De Miguel fue excelente espía y torpe guerrillero.
Todo comenzó en julio de 1808, cuando varios ujuetarras robaron a un militar francés y a su mujer cerca de Tafalla. “La descripción posterior efectuada por el oficial implicado sobre la tosquedad de la gente de la Montaña y la de su lengua no dejaba lugar a dudas de que había sido abordado por habitantes de Ujué”, explica el historiador estadounidense John L.Tone en su estudio sobre la guerrilla y la derrota de Napoleón en la Península.
El día 17 de ese mes una columna gala llegó a la villa del Santuario para castigar a sus habitantes. La población había huido y sólo permanecía el cura, el cual usó su dominio del francés para persuadir a los soldados de que no incendiaran la población. Sin embargo, no pudo evitar que cuatro ancianos que no había escapado fueran pasados por las armas y otro más cayera herido.
En su fuga, la gente del pueblo había sacado de sus casas todo el ganado y los alimentos. Llegaron a derramar por las empinadas calles la reserva de agua que almacenaban, así que Ujué se convirtió en un lugar inhabitable y los franceses no se pudieron quedar ni siquiera a descansar.
La Junta que en Aragón se había creado para luchar contra Napoleón intentó organizar a los navarros rebeldes. Ujué ya estaba movilizado a cuenta del enfrentamiento de julio, así que fue fácil formar una partida de vecinos armados que se movía entre la sierra y Carcastillo.
Mientras Napoleón planeaba convertir Navarra un departamento francés más, los campesinos esquilmados por impuestos abusivos comenzaron echarse al monte en defensa de su patrimonio. La Junta Central que canalizaba en el Estado el esfuerzo contra el invasor intentó poner disciplina en el territorio foral y nombró al cura de Ujué su delegado.
Casimiro de Miguel con ayuda de otros sacerdotes, como los de Larraga y la sierra de Alaiz, trenzó una red de espías que iba de Zaragoza a Pamplona, de Baiona a París. Se llegó a comentar que el párroco ujuetarra sabía a medianoche todo lo que se había dicho el día anterior en la mesa del gobernador militar francés que dominaba Navarra. “El sistema de espionaje de Miguel contaba con la ventaja de la lengua vasca, común a los campesinos de ambos lados de los Pirineos”, destaca Tone en su estudio presentado en la universidad de Georgia (EE.UU.).
De Miguel era buen espía pero mal soldado. No participaba directamente en la lucha y por ello, entre otras cuestiones, no consiguió la autoridad moral necesaria para convertirse en un líder guerrillero, papel que asumió el joven Javier Mina a quien tras su detención sustituiría su tío, el famoso Francisco Espoz y Mina.
En cada pueblo navarro, el cura de Ujué y Javier Mina tenía espías, que con frecuencia eran el alcalde o párroco de la población, y que por sus confidencias recibía un sueldo regular. Las bajas de la batalla eran generalmente exiguas en el lado navarro, aunque los franceses compensaban este déficit ejecutando guerrilleros y civiles, como ocurrió en la Plaza de Olite con el fusilamiento de ocho padres de voluntarios.
La posición del cura de Ujué como cabeza del espionaje y del sistema de abastecimiento de la guerrilla llegó a conocimiento de los franceses y De Miguel consideró oportuno salir de Navarra. El clérigo consiguió ser elegido representante del viejo reino en las Cortes reunidas en Cádiz. En menos de dos meses, como resultado del abandono de la red de espionaje que había tejido el cura, en una celada en el Carrascal cayó en manos francesas el responsable militar de la subversión, el joven Javier Mina que años más tarde moriría fusilado por los españoles en México cuando luchaba por la independencia del país azteca.
El Corso terrestre, los voluntarios navarros que habían luchado con Javier, prácticamente se disolvieron tras la caída del cabecilla. En abril de 1810, de los 900 guerrilleros, sólo su tío Francisco Espoz y Mina y otros seis combatientes seguían empuñando las armas, entre ellos el olitense Manuel Gurrea y el tafallés Luis Gastón.
Espoz y Mina consiguió recomponer la guerrilla, que a partir de entonces se llamó División Navarra, y en meses reorganizó todo un ejército mayor incluso que el de su sobrino. En agosto de 1810, el antiguo cura de Ujué regresó a su tierra tras una prolongada ausencia. Portaba órdenes del gobierno de Cádiz para tomar el poder de la guerrilla local, movimiento que Espoz y Mina interpretó como una afrenta a su autoridad.
La falta de experiencia militar de Casimiro de Miguel se puso de manifiesto rápidamente. El religioso decretó impuestos e intentó recaudar bienes en la zona de Estella. Mina se rebeló contra el cura de Ujué. Reasumió el mando de la guerrilla, arrestó a De Miguel y lo deportó a Palencia, donde cayó enfermo en la localidad de Cervera de Río Pisuerga y murió el 5 de diciembre de 1812 .
Francisco Espoz y Mina se convirtió así en el “pequeño rey” de Navarra, a la vez que recibió el reconocimiento formal de la Regencia de Cádiz. El cabecilla de la guerrilla acabó el conflicto como el más preciado héroe navarro, mientras el cura que trasformó la atalaya de Ujué en un nido de espías pasó en la historia a un discretísimo segundo plano.

martes, 7 de octubre de 2008

¡¡ POBRES RICOS !!


Un aldeano de mi pueblo, de cuyo nombre no quiero acordarme, se puso un día triste de la angustia que le produjo ser solidario. El hombre, un “media reja” arrendatario de parcelas a nombre de gran propietario, gimoteaba sin consuelo por la suerte de su patrón, que el zalamero llamaba amo.
La cosecha estaba casi perdida y el esfuerzo de todo el año se iba al “guano”. Aquella vendimia de hace veinticinco años era un desastre, un castigo del Señor para el que el tozudo campesino no estaba armado. Veinte días seguidos de lluvia pudrían los racimos que el mildeu deshacía en las manos callosas que sajaban a “hocete” míseras uvas de La Fraila, Montplané o Juguera.
“¡Ay, qué pobres ricos, cuántos dinericos van a perder en esta perra campaña!. No van sacar ni un real para arreglar tanto chandrío. Con lo que vale hoy todo.”, clama el compasivo esclavo si acordarse de los “juláis” que como él doblaban el espinazo a pie de “rincle” por un jornal incierto todavía sin cerrar, a cobrar a treinta, sesenta o noventa días.
Actualmente hay profetas del “crack del 29” que auguran el final de un capitalismo voraz que parece haber reventado en los últimos meses. Voces que piden la intervención del Estado para que chorree una pasta de dinero público que contenga el cierre de bancos y cajas que hasta ayer se ufanaban de beneficios millonarios.
Hay políticos, incluso cercanos, que demandan que ahora todos saquemos euros a escote para que se sigan levantando pisos que ya no compra nadie, se mantengan autopistas de peaje abonado mil veces, excaven canales con agua cara o diseñen trenes veloces que pasan y no paran.
Para forzar la situación pronostican 100.000 parados mensuales de aquí al verano y así unen la suerte de todos a la de quienes se hicieron en cuatro días millonarios, gente que del Ford Fiesta pasó al BMV a cuenta de hipotecar a otros cincuenta años.
Ambiciosos que han llenado el colchón de su jubilación con dólares y que ahora, cuando mucho, pueden perder algo pero no su seguro descanso. Gente que se tientan la ropa y piden socorro a todos, también a los que mandan al paro.Como el cateto del pueblo que daba la cara por los fuertes sin preocuparse de su suerte ni la de sus semejantes, hay quien aboga por ayudar a los ayer tiburones del libre cambio que hicieron un cajón millonario puesto a buen recaudo. Quien más ganó tiene que mojarse más cuando pintan negras. Ya lo dice el viejo principio. De cada cual según su capacidad y a cada cual según sus necesidades. Por favor, pasen primero los del riñón cubierto.

martes, 30 de septiembre de 2008

NACE EL FASCIO HISPANO


CALENDARIO REPUBLICANO
Madrid, 29 de octubre de 1933

El presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, disolvió las Cortes a principios de aquel otoño de 1933. El 9 de octubre convocó nuevas elecciones en un clima de crisis económica que los sindicatos achacaban a la política económica que imprimían los radicales de Lerroux en el Gobierno.
La depreciación de los sueldos y la caída de los precios de los productos agrícolas como la vid, tan importante en la Merindad, favoreció la protesta campesina. En Olite, por ejemplo, los viticultores llegaron a declarar una jornada de paro en protesta por el descenso del precio de la uva que imponían las empresas bodegueras.
Hubo quien propuso “la inmediata incautación” de los depósitos que había en las bodegas particulares para introducir allí el fruto de la vendimia. Incluso se debatió un plante en plena cosecha hasta que no interviniera la Administración como mediadora en el conflicto: “están todos dispuestos a no cortar una uva mientras la superioridad no dé una solución rápida y satisfactoria”, recoge un informe del Ayuntamiento olitense.
Los vendimiadores consideraban ruinosa la oferta de 18 pesetas por carga que ofertaban los compradores, ya que, opinaban, el precio mínimo de la uva debería ser de 20 céntimos por kilo. Todas organizaciones agrarias del pueblo, desde los carlistas a la UGT, suscribieron la protesta y denunciaron el abuso de los bodegueros.
También fue el momento en el que algunos miembros del sindicato socialista, desesperados por la lentitud de la Reforma Agraria, comenzaron la ocupación de tierras situadas en los términos de las corralizas de la “Parralla” y “Goyena”, igual que sucedió en otros pueblos merindanos donde los braceros se lanzaron a roturar y sembrar terrenos antaño comunales caídos en manos particulares.
De la Casa del Pueblo de Olite salieron noventa hombres para repartirse ambas corralizas. Se dividieron en tres grupos de treinta. Llevaban caballerías y aperos para instalar nuevos mojones. Sin embargo, a mediodía se presentó la Guardia Civil y encañonó a los jornaleros. Advirtieron los del tricornio que tenían orden de disparar si continuaba la labor roturadora. Adujeron que de Madrid no había ninguna orden que respaldara el reparto agrario.
Asustados por la exhibición de fuerza, los paisanos recogieron asnos y azadas y regresaron a casa con las orejas gachas. Por la noche, enojados, se volvieron a reunir en el centro de la UGT. En cuanto vieron al alcalde, socialista como ellos, le soltaron: “tú tienes la culpa. Te vamos a meter la cabeza en un pozo a ver si espabilas. Nos dan una orden de ocupación y no sirve para nada. La Guardia Civil tiene más autoridad que tú, siendo el alcalde el que más manda en el pueblo”.
En este clima de conflictividad laboral, los obreros de la principal industria de localidad, la “Harino Panadera Olitense”, entraron en huelga “ante las repetidas negativas a las demandas de aumento de jornal que estos obreros han hecho ...”, dice la declaración que firman los empleados de la sección de panadería de la UGT local: Julio Chueca, Antonio Ulibarrena, Esteban Velasco y José Cambra.
Son demasiados excesos para “la gente de orden”. El hijo del ex dictador Primo de Rivera se mira en el espejo de la Italia de Mussolini y el partido nazi alemán para crear una formación política nueva de corte autoritario, defensora de capital y la política de “los puños y las pistolas” contra, sobre todo, cualquier dirigente de izquierdas que se ponga en la diana.
El 29 de octubre José Antonio Primo de Rivera crea Falange Española. En el mitin de fundación organizado en el Teatro de la Comedia de Madrid interviene un navarro, el estellés Julio Ruiz de Alda. Otro impulsor del partido fascista es el médico tudelano Aniceto Ruiz Castillejos.

martes, 23 de septiembre de 2008

EL RESCATE DE "EL PELAYO"


El Cidacos es un río chiquito que se despierta gigante cada medio siglo. Hace ahora 65 años, el 21 de septiembre de 1943, el Calendario Zaragozano auguraba lo de siempre: frío en invierno y calor en verano. Así que nada hacía sospechar el chandrío que acechaba. Recién habían terminado las Fiestas y los labriegos ya pensaban en recoger las uvas.
Del río y el mulo cuanto más lejos más seguro, pensaba un niño de 11 años que se llamaba Domingo Escudero Andía y que, de repente, miró al cielo para atisbar que estaba más negro que un tizón y aquella tormenta que llegaba por La Falconera, si entraba al pueblo, iba a traer agua, mucha agua. Demasiada...
Los chinos, esos que son tantos que si saltan juntos mueven la pelota en la que vivimos, dicen que antes de que venga la riada hay que construir la presa. Pero eso era planificar demasiado en aquel Olite pobre de severa posguerra. El nublado llegó al pueblo en forma tremenda. Tocaron las campanas que en la guerra habían anunciado el paso de aviones tricolores e incendios en el monte. El arrebato alarmó a la población. Las aguas rugían como si fueran hijas del mar y no de un triste regacho. La crecida que llegaba era la madre de la de otros años.
El niño que junto a cinco hermanos vivía en la calle de la Judería se acercó a la tajada del Castillo para ver qué pasaba en el vecino convento de los padres Franciscanos. Se oían gritos y se acordó de El Pelayo. El mendigo era chaparro de estatura y llevaba una boina colorada que delataba su paso por el requeté. Con su colega Rataplán, el otro mendicante que había en el pueblo, acudía a tomar la folla que daban los frailes. Habían convertido el Pórtico franciscano en comedor y en los bancos de la portería pasaban, a resguardo, la noche.
La crecida del río rebosó el Cidacos por el Puente de Hierro, cuyo ojo taponado desvió un cauce que enfiló hacia la estación del tren, entró por los frailes hasta más allá de lo que hoy es su aparcamiento y arrasó las casas baratas del barrio Chino. La tormenta pilló solo a El Pelayo en su dormitorio prestado. Rataplán había desaparecido. El pobre clamaba y clamaba pidiendo ayuda. Había quedado atrapado en el Pórtico y el agua ya le llegaba al cuello.
A los vecinos de El Chino no les iba mejor la cosa. Algunos había colocado sacos terreros a pie de puerta. Pero la medida fue tan inútil que varios acabaron encaramados al tejado para solicitar auxilio. Al pastor Izuriaga le tragó el agua el rebaño que guardaba en un redil en la Estación, donde la casa de Tanco. La virulencia de la corriente era tal que alguna oveja acabó encima del altar de la iglesia de los Franciscanos. El río traía cadáveres de perros, gallinas o caballos. Cutos arrastrados por las aguas llegaban desde Tafalla y pasaban ya a metros de las almenas del Palacio. La tapia de la huerta de los frailes se derrumbó y el templo quedó anegado. El alumbrado público también fundió su brillo. Mientras, El Pelayo continuaba a grito pelado.
El niño Domingo se acercó más a la orilla de la nueva playa de Olite. El camión de Prieto, uno de los pocos que había en la localidad, iluminaba con sus focos el convento. Varios hombres iban a intentar rescatar al mendigo. Se jugaban la piel. Ataron una cuerda de galera a un árbol. Primero pasó José Alegre Martín. Fulgencio Ayesa Llorente, Fulgencín; Emilio Azcárate Leoz, Gonzalo y un sargento de la guardia civil fueron detrás. Con el agua hasta el pecho y luchando contracorriente, los valientes avanzaban de árbol a árbol. Por fin, alcanzaron al pobre Pelayo, que salvó así el pellejo cuando ya rezaba al Santísimo para que acogiera su pecador espectro.
En los bajos del convento también dormía fray Teodorico, el portero del cenobio, para cuyo rescate sus hermanos franciscanos abrieron un boquete en el techo desde el que fue aupado hasta el piso superior. Otro milagro. Los salvadores de El Pelayo fueron condecorados. Previo pago de 75 pesetas del alma, el Gobernador les ofreció una medalla de tercera.
No obstante, y es lo que vale más que la plata de Potosí, durante años los mayores contaron esta historia a los más pequeños como ejemplo solidario de la actuación del vecindario. Siempre hay mil soles detrás de las nubes negras y los de Olite aprendieron que la vida del más humilde mendigo es tan digna como la de cualquier soberano.

lunes, 22 de septiembre de 2008

VENDIMIAR SIN CEPAS


No se puede pasar del ande o no ande caballo grande al cultivo de la excelencia. Los procesos son graduales. Por mucho que el vino de Navarra quiera ser primo del de Rioja o Burdeos, hoy por hoy, no lo entiende así el mercado.
Estos días de septiembre las parcelas de la merindad están preñadas de uvas gruesas que suspiran ser cortadas. Las cooperativas que en la vendimia de antaño se llevaban la parte del león de la producción ahora recogen lo justo. Compiten contra mil pequeños bodegueros particulares, que en los últimos tiempos han sacado dos mil etiquetas de sus bodegas privadas.
La vendimia de este año va ser corta, dicen los expertos. Breve porque, a golpe de talón, todas las administraciones, o sea comunitaria, estatal y foral, han favorecido el descepe de casi 800 hectáreas de viña en Navarra. Los más veteranos cooperativistas, la gente que supera los 60 años, se han apuntado enseguida a recibir la ayuda cierta.
Mejor recoger la plata que apostar por un sector precario, que de año en año ha recibido auxilio para deshacerse de ríos de vino que ha acabado destilado en alcohol. Un negocio colapsado que necesita quemar sus michelines a fuerza del descepe de las viñas viejas, de jubilar viticultores veteranos, de cerrar cooperativas añejas.
Hasta hace poco, Navarra recolectaba por estas fechas unos 115 millones de kilos de uva. Esta vendimia está previsto obtener 86 millones, un 25% menos. Todo en aras de una calidad que, con menos producto, tampoco está garantizada.
Algo no va bien cuándo los sabios viticultores cuelgan el cesto y el hocete, se desprende de unos derechos centenarios y ven cómo aparecen, por ejemplo, empresarios de cuello blanco o banqueros de dinero negro que tras el oscuro mundo del trapicheo de permisos de plantación crean vinos que sostienen, sobre todo, los euros que invierten en publicidad y marketing.
Bruselas, ese tótem que reparte el dinero europeo a quien le satisface, ha cargado contra los caldos de escaso valor. Declarada la guerra al tinto peleón, al que liga con la gaseosa y vive en tretra brick, hay quien ha asociado estos alcoholes con las antiguas sociedades que hace doscientos años salvaron la economía comunal de nuestras comarcas.
Son campañas que aprovechan los nuevos empresarios de la barrica en un mundo en que, hoy por hoy gracias a la democratización de tecnología, muchos caldos se diferencian el canto de un duro y llegan a la mesa sólo porque que se retratan en la tele o se anuncian en los magazines más caros.