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Foto, años 50 del siglo XX |
El Concejo tenía que invitar a comer a once pobres (pan, vino, carne o pescado) y sentarlos en la mesa de la sala reservada al Ayuntamiento en la ermita. Al menos el Alcalde y dos concejales habían de acudir a la misa cantada de bendición de los campos que oficiaba el párroco de la iglesia de San Pedro ayudado de otros dos curas. La ermitaña era mantenida por cuenta del municipio, “para que rogara a Dios por la vida y la salud de todas las gentes”.
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