El Teatro Clásico de Sevilla, con dirección de Antonio
Campos, puso en escena el domingo en La Cava de Olite “Don Quijote en patera”,
una obra “para toda la familia” en horario nocturno y con un aforo escaso, algo
más de la mitad ocupado, que a pesar de comenzar un poco antes de lo habitual terminó
cuando faltaban 15 minutos para las 23 horas.
La
coreografía imaginativa, la iluminación que la complementa con acierto, los
gags infantiloides que arrancan alguna carcajada no hacen olvidar al espectador
que está ante un espectáculo de poco argumento, en momentos confuso, que se
acerca más a Barrio Sésamo que al programa que predominaba en el espacio
principal del Festival de Teatro.
Los actores
se esfuerzan. Tienen gracejo. Don Quijote (Javier Berger) destella interesante.
Empero, la comicidad, en general, resulta facilota y navega en una temática que
podría haber tenido enjundia, como la inmigración clandestina, la venta de
niños o un mundo constreñido en fronteras poco risibles. “Don Quijote en la
patera” está bien. Es Espectáculo para niños y mayores, pero más acertado para
espacios como el Patio de Armas del castillo. La Cava era siempre algo más
sólido. Al menos, hasta este naufragio.
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