
La primera vez que llegué a San Gregorio maldije mil veces haberlo pisado. Eran fiesta de Tafalla y los chavales de Olite hacíamos dedo, autostop, a la salida del pueblo. Como ningún coche nos paraba, éramos todos mastos de bigote lacio y no había muetas en la cuadrilla, decidimos subir andando. Han pasado más de treinta años, así que la muga entre Olite y Tafalla, cerca de la que era factoría de Luzuriaga, se llamaba entonces “cuesta de San Gregorio” ...
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