
La Iglesia celebra san Blas con una bendición de alimentos que, por ejemplo, llena de puestos de dulces las inmediaciones de la parroquia de San Nicolás de Pamplona. En Olite se ofrecen en la misa que a las 10 de la mañana hay en San Pedro y por la tarde, a las 19,00 horas y en Santa María, se vuelven bendecir, a golpe de hisopo, roscos plagados de “anisicos”, pastas caseras y hasta frutas que llevan las abuelas y madres en bolsos cargados a reventar.
Los chavales suelen colgar de su cuello enormes roscos a los que han atado un lazo y que normalmente, tras la misa, no llegan sanos a casa. La culpa suele tenerla un desventurado tropiezo que los hace añicos o un indiscreto mordisco antes de tiempo que dentella la perfección circular para saciar la txirrintxa.
“En san Blas, la cigüeña verás” es el refrán típico de cada 3 de febrero, un aserto que ya no se cumple porque los meses de invierno son más cálidos que antaño y ahora las aves zancudas llegan antes a Olite. Este año, por ejemplo, aparecieron en enero en la torre del Parador donde anidan.
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