Huerta de los franciscanos o antiguo jardín real |
Especialistas y aficionados a la historia medieval de
Olite/Erriberri y, por tanto, del Reino de Navarra, han indagado estos días en
la huerta de los Franciscanos para hallar vestigios de la “Pesquera” que tenía
en este terreno el rey Carlos III el Noble, un estanque y una noria del siglo
XIV que podrían ser de conservación única en el continente y de los que todavía se
aprecian interesantes huellas.
La zona vista desde el Palacio |
El terreno
se halla próximo al Palacio Real, dentro del clausurado convento franciscano, y
en los legajos medievales aparece con el nombre del Jardín del Rey. El estanque
se empleó para criar peces (barbos, anguilas, madrillas, etc ...), se nutría de
un pozo cercano que elevaba el agua con una noria que tiraba un animal de carga
y posiblemente tenía forma octogonal. “Es una pesquera muy peculiar y bien
conservada. Puede ser la única de este tipo que se mantiene así en Europa”, ha
asegurado el arquitecto especializado en la estructura del Palacio Real
Aitor Iriarte.
Hortelano junto a una noria |
Las indagaciones
descubiertas se podrían divulgar en las jornadas sobre patrimonio que a
principios del Otoño suele organizar desde el Palacio Real la empresa gestora Guiarte en colaboración con el Gobierno de
Navarra y el Ayuntamiento, una iniciativa que aportará valor a este estanque
que, además de servir para criar peces, aprovechaba el caudal para regar la huerta y la viña que después pasó a los franciscanos.
En el Jardín
del Rey, Carlos III de Evreux comenzó a criar los famosos naranjos o toronjales
que trajo a Navarra desde Levante. En los documentos de la época se refleja su
frondosidad y productividad. En 1408, por ejemplo, el monarca compró en San
Juan Pie de Puerto (Baja Navarra) “24 pies de manzanos jóvenes” con destino a
Olite. Hay autores que difieren en la ubicación de la pesquera. Unos la sitúan
dentro del castillo y otros opinan que hubo más de una. En 1412, por ejemplo, Carlos
III ordenó a su maestro cantero que cincelara una fuente octogonal con nueve
caños, a la que un fontanero instaló otras tantas llaves.
Alejandro Díez, en
“Olite, historia de un reino” escribió que el Jardín del Rey era el más antiguo
de los tres que tenía el Palacio y ocupaba la explanada de la huerta de los
frailes hasta el camino que llevaba al puente de El Chorrón. Pegado, hasta la
zona de la Feria, estaba el jardín de la reina. Y, finalmente, el historiador
ubica dentro del castillo el “jardín de los toronjiles”. También señala que el del monarca “existía desde los tiempos de los teobaldos”, pero fue
Carlos III quien a partir del S. XIV lo mejoró con frutales que entrelazaban
las ramas para formar calles y que, posiblemente, también se nutrían de agua de
la Pesquera ahora en estudio o del pozo y la noria que la suministraban.
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